La demanda de tuición por el Niño Dios


Este fin de semana se celebrará la Fiesta del Niño Dios de Sotaquí. Peregrinos y danzantes se reúnen en una solemne y colorida celebración popular, la segunda más importante del Norte Chico. Por un día, la pequeña localidad ovallina, de unos 4.000 mil habitantes, alcanza fácilmente las 30.000 almas, con fieles de todo Chile, e incluso, de Argentina.

Niño Dios, pero niño al fin, su fiesta comienza tras de una áspera disputa de tuición, como la que vive cualquier pequeño de una pareja separada, que pelea por su tutela. En este caso, entre una familia y la Iglesia Católica del siglo XIX. Esta es la historia:

La Fiesta del Niño Dios de Sotaquí se inició el 6 de enero de 1874, pero la veneración a su figura existía 70 años antes, desde el seno de un hogar campesino.

A inicios del siglo XIX, una afamada médica yerbatera, doña Antonia Pizarro, visitaba a un enfermo. Según su propio relato, creyó ver a tres niños pastoreando cabras y le llamó la atención el más pequeño, que parecía saltar sobre un cordel. Al acercarse nota que no es un niño, sino una perfecta imagen de madera del niño Jesús y emocionada, logra que le regalen la figura.

La hermosa escultura de madera, que recuerda las obras de la Escuela Quiteña, llegó entonces a la quebrada Los Naranjos, en el camino entre Ovalle y Sotaquí. La veneración al Niño Dios surgió de  inmediato. Mineros, campesinos, danzantes de Andacollo comenzaron a llegar en romería a la casa de los Pizarro y la fama milagrosa del Niño Dios se multiplicó.

El Niño Dios pasó de madre a hija las siguientes dos generaciones. La familia creció en torno a su devoción, y alcanzó una notoriedad y beneficio económico proveniente de las limosnas, difícil de alcanzar para una familia rural en esos años.

Antes de morir, la nieta de Antonia, Josefa Torres, testó la figura a la parroquia de Sotaquí pero su viudo, José Toro y los demás herederos, se negaron a entregarla.

El conflicto por la tuición de la imagen arreció. Durante un año la iglesia desplegó una serie de maniobras, como prohibir la romería y exigir a los feligreses denunciar las ofrendas al Niño Dios.

Según consta en las cartas entre el obispo José Manuel Orrego y el párroco de Sotaquí, reiteradamente el superior hizo referencias a la limosna y los asuntos relacionados con el dinero.

“Miedo causó la actitud del obispo. Los hombres de Sotaquí abandonaron al Niño”, recordaba en 1943 la escritora y descendiente de esa familia, Julia Toro Godoy.

José Toro intentó un acuerdo: erigir un oratorio público en los terrenos de la familia con los dineros de las limosnas, pero fue rechazado. Luego entregó, como exigió el obispo, una rendición de cuentas de las limosnas que no satisfizo al prelado.

En medio de la disputa, los Toro Torres trasladaron al Niño Dios a Tierras Blancas, en Coquimbo, donde vivían los jefes de los bailes chinos.

Finalmente uno de los herederos entregó al Niño Dios a la diócesis de La Serena, en contra de los deseos de la familia, según Julia Toro.

La versión oficial dice que el conflicto por la tuición del Niño Dios finalizó el 10 de diciembre de 1873 cuando José Toro entregó la figura a la parroquia, instaurándose su primera fiesta para el mes siguiente, el 6 de enero de 1874, en recuerdo del día en que se celebra la llegada de los Reyes Magos.

Dicen que entonces el Niño Dios volvió a su tierra, con sus milagros y devoción intactas.

Fuente: Será hasta la vuelta de año. Bailes Chinos, festividades y religiosidad popular del Norte Chico. Autores Rafael Contreras Mühlenbrock, Diego González Hernández. Co-autor: Sergio Peña Alvarez. 

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Escrito por Lucía Escobar Meza

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