Con cántaros diaguitas Salamanca invoca a la madre del agua

vista tinajas de greda en patio

Los diaguitas la llamaron Yacurmana o Mayumaman, la Madre del Agua, el agua que cae de la montaña y también por ello, la novia de los cerros. Su cabellera es de plata y su cuerpo transparente, formado por nubes. Ella anuncia la llegada de crecientes y es dueña de grandes tinajas donde guarda la lluvia…

En tinajas como en las que hoy, los descendientes de su pueblo, intentan cuidar el agua y su patrimonio ancestral. En el Valle de Chalinga de Salamanca, la Comunidad Diaguita Taucán decidió enfrentar la sequía con la sabiduría de los pueblos originarios, creando tinajas de 1000 litros de capacidad, bellamente decoradas con motivos diaguitas.

“Lo que nosotros estamos haciendo es rescatar todas las enseñanzas de nuestros pueblos ancestrales en la protección del medio ambiente, por lo que estos estanques vienen a ser una protección al recurso hídrico”, afirma Theresa Olivares, presidenta de la Comunidad Diaguita Taucán.

Theresa es una mujer menuda, de ojos profundos y voz calma, que en cada palabra remarca el orgullo que siente por sus raíces indígenas. Junto a su comunidad, pintaron a mano los enormes cántaros de greda, con patrones que representan los cuatro elementos: agua, fuego, tierra y aire.

Niña de perfil pinta tinaja de greda con dibujos de diseño diaguita

Con la guía de la arqueóloga Paola González, revivieron los diseños de los diaguitas del Chalinga. “El uso de estos diseños no es puramente estético, tienen un sentido más trascendental. En la cosmovisión indígena, las figuras se usan para generar vibraciones energéticas. La vibración de cada elemento nos ayuda a conseguir el equilibrio y elevar la energía nos acerca a la conciencia cósmica del universo”, explica Theresa.

La iniciativa de la Comunidad Diaguita Taucán fue apoyada por el Fondo de Protección Ambiental del Ministerio del Medio Ambiente dirigido para pueblos originarios. Como proyecto ambiental buscaba aportar a la sustentabilidad del recurso hídrico, acumular agua y ser a la vez un apoyo a la educación sobre consumo eficiente. Por ello, además de la creación de los cántaros, se impartieron talleres de educación ambiental para que los vecinos, estudiantes y profesores tomaran conciencia y aprendieran técnicas de uso sustentable del agua.

Este año, con un segundo FPA, desarrollarán un invernadero comunitario, que se abastecerá en parte con el agua almacenada en las tinajas diaguitas.

Para Theresa, además de su importancia ambiental y patrimonial, las tinajas tienen un valor turístico que espera sea también difundido. Pero lo que más le interesa es que “se use este patrimonio para que la juventud se reinvente y valore lo propio, y tengamos los valles llenos de jóvenes reencontrándose con el tremenda herencia que nos dejaron los diaguitas”.

Las tinajas se encuentran hoy en algunas casas de El Tebal y El Boldo, y en la escuela Diaguita de Chalinga, en un paraje rural donde el Norte Verde chileno se vive y donde nada escapa a la atenta mirada de la Raja de Manquehua. Tal vez ahora, el canto del agua eleve su murmullo para llegar a oídos de Yacurmana, y ella regrese a abrazar la monumental montaña salamanquina.
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Escrito por Lucía Escobar Meza

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